miércoles, abril 16, 2008

Cimas (Para el 'Q' Horacio)




Hay algo que distingue al que lo logró.
Puede ser un gesto, una mirada que visita sus ojos de cuando en cuando. Un sutil desprendimiento de las cosas cotidianas, una ligera alienación.

Por momentos un sobresalto y vuelve a estar con nosotros contemplándonos asombrado. En su ensueño había vuelto allá de donde nunca pudo bajar en realidad.
Ese lugar helado , desolado y cruelmente hermoso, con esas bellezas de dejar ciego, con esas soledades que harían gritar a cualquier criatura de rebaño.
El punto donde todo se reduce a lo mínimo, porque las cosas alcanzan su verdadera y diminuta dimensión.

Llegar implica morir, de alguna forma rara. Es como un fuego que te despoja de todas las infinitas menudencias del deseo y la complacencia y te transforma en un fénix de hielo.

También significa que, por supuesto, luego de llegar la única forma de volver es descender.

Recorrer el valle es otra cosa entonces. Ya no se pelea, ni se discute ni se comparte
¿Que va a compartir aquel que cenó con los dioses?

Indolente arrastra los restos de su vida percudida por la altura entre la chatura biliosa de sus latosos congéneres.

Habla con silencios y le responden con torpeza perturbando la calma que, el sabe, es parte del todo y de todos.

A el realmente no le importa.
Nada ya le importa...

2 comentarios:

María del Rocío dijo...

Que lindo escribis!!

Terminal Condition dijo...

Pero muchas gracias, ud es una dulce!